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La precariedad laboral y social que afecta a las mujeres es una problemática persistente y multifacética que requiere una atención urgente y decidida. Barcelona no es una excepción. Los datos muestran una realidad preocupante en la ciudad, por ejemplo, la brecha salarial en Barcelona supera el 15% y las mujeres que trabajan a tiempo parcial son el 26,4% frente a solo el 12,9 % de los hombres.
 

La precariedad laboral se ve agravada por la contratación parcial, la concentración de mujeres en sectores feminizados y peor remunerados, y otros factores relacionados con la discapacidad, la edad, el origen y la situación social y cultural.
 

La precariedad en la vida de las mujeres se expresa muchas veces en situaciones de estrés, sumisión, en la detección de una merma de la capacidad de participación y, asimismo, genera otras consecuencias como la brecha salarial y de pensiones, la feminización de la pobreza, la pérdida de talento o la falta de referentes femeninos en liderazgo, entre otras.
 

Por todo ello, este 8M, ¡rompamos la precariedad!

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