Trinidad Arroyo Villaverde (Palencia, 26 de mayo de 1872 - Ciudad de México, 28 de septiembre de 1959) fue una intelectual y médico española. Fue la primera mujer que obtuvo la licenciatura en Medicina en la Universidad de Valladolid en 1895 (según Cinco Días, la primera mujer licenciada en Medicina por la Universidad de Valladolid fue Luisa Domingo García) y primera mujer doctorada en oftalmología y otología en España, obteniendo un sobresaliente en su tesis doctoral: Los músculos internos del ojo en su estado normal y patológico.
Nació en una familia de industriales tintoreros de cariz liberal. Vivió en tiempos en que las mujeres no accedían a los estudios medios ni superiores, por lo que previamente tuvo que obtener autorizaciones específicas. La primera, a la edad de once años, así, para acceder a los estudios de Segunda Enseñanza en el Instituto Provincial de Palencia, su padre tuvo que formular y reformular una petición especial. Cumplida con brillantez la enseñanza media, presentó la solicitud que le permitiera acceder a los estudios universitarios. El rector de la Universidad de Valladolid decidió denegarlo, pero después la Dirección General de la Instrucción Pública se lo autorizó "pero subordinada a examinarse en septiembre del siguiente año." porque las mujeres debían demostrar que su asistencia a las clases "no perturbaba el orden académico".
Fue la primera oftalmóloga española. Ejerció la profesión en Palencia, en León, y en México dónde vivió exiliada del régimen franquista hasta su fallecimiento. A los veintinueve años contrajo matrimonio en Palencia con Manuel Márquez Rodríguez, también médico, y especialista en oftalmología bajo la influencia de Trinidad a quién él mismo reconoce como "su maestra, primero, amiga, inteligente colaboradora, sensata consejera".
En 1912 Trinidad Arroyo y Manuel Márquez operaron con éxito a Benito Pérez Galdós, salvándole de la ceguera.
Es probable que fuera la primera mujer en ejercer el derecho al voto en unas elecciones generales en España, el 24 de abril de 1916. El sufragio femenino no se aprobó en este país hasta 1933.
Al estallar la Guerra Civil española, y debido a su talante y defensa pública del republicanismo, el matrimonio decidió exiliarse. Fueron acogidos en París, pero ante el avance de las tropas nazis decidieron huir al continente americano y se instalaron en México donde se dedicaron a su profesión médica.
Durante su estancia en Madrid participó activamente en las actividades del Lyceum Club de Madrid, asociación para la defensa de los derechos políticos y sociales de las mujeres. También fue cofundadora (y presidenta honoraria entre 1872-1959) de la Asociación de Médicas Españolas, con un grupo de colegas entre las que destacan algunas de las pioneras de la medicina española como Concepción Aleixandre o Elisa Soriano Fisher.
Trinidad se adelantó a su tiempo en otras áreas, como la política y la religión, manteniendo una posición revolucionaria para la época al fomentar la acción social y la ayuda a las clases más necesitadas. Se opuso radicalmente a las organizaciones de beneficencia del Gobierno o a las dádivas de la aristocracia, que consideraba «limosnas». Su concepción del progreso social e individual, especialmente de la mujer, se basó en la educación y la oportunidad de trabajar con dignidad. Esta forma de ser la distinguirá durante toda su vida, sobre todo durante su largo exilio mexicano.