María de Maeztu y Whitney (Vitoria, 18 de julio de 1881-Mar del Plata, 7 de enero de 1948) fue una pedagoga y humanista española.
Dirigió e impulsó la Residencia de Señoritas entre 1915 y 1936, formó parte de la junta directiva del Instituto-Escuela y presidió el Lyceum Club Femenino (1926-1936).
Murió exiliada en Argentina a los sesenta y seis años.
Creada en Madrid por la Junta de Ampliación de Estudios, la Residencia Internacional de Señoritas, le fue encomendada su organización y dirección, cargo que desempeñó entre 1915 y 1936 y que se convertiría en el gran proyecto de su vida.
En un artículo titulado «Lo único que pedimos» y publicado en la revista La mujer moderna, explicaba su postura frente a la liberación de la mujer:
"Soy feminista; me avergonzaría no serlo, porque creo que toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar como persona, en la obra total de la cultura humana".
La Residencia de Señoritas supuso un éxito inmediato que compartía sus objetivos con el Instituto Internacional, dirigido por Susan Huntington en Estados Unidos. Era una microcomunidad de conocimiento femenino. Fruto de su relación con Huntington fueron los viajes que realizó a aquel país con los que consiguió establecer el primer programa de estudio para mujeres en el extranjero. En 1923, todas estas colaboraciones se englobaron bajo un convenio bilateral de colaboración, articuladas en cuatro tipos de iniciativas: intercambio de alumnas, lectorados en el extranjero, becas de investigación e intercambio de material de laboratorios y bibliográfico.
A la Residencia podía acceder cualquier muchacha mayor de 17 años que hiciera sus estudios en Madrid o preparase su ingreso en las facultades universitarias Escuela Superior de Magisterio, Escuela Normal, Escuela Hogar o que estuviese ampliando su formación científica privadamente. También se admitían alumnas extranjeras y externas. Se les ofrecía, además de residencia, clases y cursos dados en sus dependencias. Así, había clases complementarias de Pedagogía y Filosofía, dadas por Maeztu. El éxito fue rotundo y pronto sucedió que el número de estudiantes de licenciaturas y doctorados sobrepasara a las aspirantes a maestras. Además, era lugar de encuentro con conferencias y cursos cuyo público era eminentemente femenino y que alcanzaron gran notoriedad en el Madrid de los años veinte y durante la Segunda República.