Anna Eleanor Roosevelt (Nueva York, 11 de octubre de 1884-ib., 7 de noviembre de 1962) fue una escritora, activista y política estadounidense. Fue primera dama de los Estados Unidos desde el 4 de marzo de 1933 hasta el 12 de abril de 1945, durante los cuatro períodos presidenciales de su esposo Franklin D. Roosevelt. Se desempeñó como delegada de los Estados Unidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1945 a 1952. Harry S. Truman posteriormente la llamó la «Primera Dama del Mundo» por sus avances en materia de derechos humanos.
Miembro de las reconocidas familias estadounidenses Roosevelt y Livingston y sobrina del presidente Theodore Roosevelt, tuvo una infancia desdichada, ya que sufrió la muerte de sus padres y uno de sus hermanos a una edad temprana. A los quince años, asistió a la Academia Allenwood en Londres y fue profundamente influenciada por su directora Marie Souvestre. Al regresar a los Estados Unidos, se casó con su pariente lejano Franklin D. Roosevelt en 1905. El matrimonio fue complicado desde el principio por su suegra Sara y después de que descubriera el romance de su esposo con Lucy Mercer en 1918, lo que la llevó buscar satisfacción con una vida pública propia. Convenció a su esposo para que se siguiera en la política luego de que sufriera una enfermedad paralítica en 1921, lo que lo privó del uso normal de sus piernas, y comenzó a dar discursos y aparecer en eventos de campaña en nombre de Franklin. Después que su esposo ganó la elección a gobernador de Nueva York en 1928 y durante el resto de la carrera pública de él en el gobierno, hizo apariciones públicas en su nombre y, como primera dama de los Estados Unidos, reformuló y redefinió significativamente este rol protocolario.
Aunque fue muy respetada en sus últimos años, era una controvertida primera dama en este punto debido a su franqueza, particularmente en lo que respecta a los derechos civiles de los afroestadounidenses. Fue la primera esposa presidencial en celebrar conferencias de prensa periódicas, escribir una columna en un periódico todos los días, publicar una columna mensual en una revista, presentar un programa de radio semanal y hablar en una convención nacional del partido. En algunas ocasiones, discrepó públicamente con las políticas de su esposo.
Lanzó una comunidad experimental en Arthurdale (Virginia Occidental) para las familias de mineros desempleados, proyecto considerado posteriormente un fracaso. Abogó por roles más amplios para las mujeres en el lugar de trabajo, derechos civiles de afroestadounidenses y asiáticos estadounidenses y derechos de los refugiados de la Segunda Guerra Mundial. Luego de la muerte de su esposo en 1945, permaneció activa en política durante los diecisiete años restantes de su vida. Presionó al Gobierno federal estadounidense para unirse y apoyar a Organización de las Naciones Unidas, convirtiéndose en su primera delegada. Fungió como la primera presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y supervisó la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Tiempo después, presidió la Comisión Presidencial sobre el Estatus de la Mujer de la administración de John F. Kennedy. En el momento de su muerte, era considerada como «una de las mujeres más estimadas del mundo», según el obituario del New York Times. En 1999, ocupó el noveno puesto de la lista de personas más admiradas del siglo XX de la encuestadora Gallup.