"Las personas con obesidad son constantemente avergonzadas y culpadas por su enfermedad. Esto se debe a que muchas personas, incluidos médicos, formuladores de políticas y otros, no entienden que la obesidad es una enfermedad crónica. Lo ven como una simple falta de fuerza de voluntad, pereza o una negativa a "comer menos y moverse más". Pero como todas las enfermedades crónicas, las causas de la obesidad son mucho más profundas. Pueden ser genéticos, psicológicos, socioculturales, económicos y ambientales. Es hora de que rompamos el ciclo de la vergüenza y la culpa y revaluemos nuestro enfoque para abordar esta compleja enfermedad crónica que afecta a 650 millones de personas en todo el mundo".
Manifiesto Colectivo del Día Mundial Contra la Gordofobia.
Hoy, día 4 de marzo de 2022, personas gordas, activistas antigordofobia de la neutralidad corporal, y aliades de diferentes países, nos hemos unido para reivindicar el Día Mundial Contra la Gordofobia, resignificando el “Día Mundial Contra la Obesidad”, que tiene fecha el 4 de marzo, y que ha patologizado nuestros cuerpos, apariencias y tallas. Aunamos fuerzas para luchar y reivindicar nuestra autonomía corporal, liberación corporal, individual y colectiva. Estamos aquí mostrando resistencia ante un sistema que busca que desaparezcamos, y celebrando nuestros cuerpos gordos dignos de respeto.
La gordofobia es un sistema de opresión, que pone a las personas gordas en una situaciónde desventaja, injusticia y exclusión, y que se reproduce de forma sistemática y estructural. En gran parte responde a una serie de códigos morales así como al esquema ideológico del neoliberalismo. En nuestras sociedades se viene arrastrando la idea de que comer por placer está mal y que la consecuencia directa de esa anomalía siempre es la gordura (como pasa con la sexualidad no normativa). Del mismo modo, el neoliberalismo dictamina que "si quieres, puedes" y que cada persona es el resultado única y exclusivamente de sus elecciones, obviando el contexto y otros factores.
El discurso médico normalizado legitima la gordura corporal como epidemia con resultado de muerte prematura por diversas enfermedades asociadas (al parecer las personas delgadas no las sufren) y enfoca su atención en la obesidad como un problema de salud pública en el que intervenir. Se pierde de vista pues, la problemática que subyace a la visión de la gordura como enfermedad, segregando nuestras corporalidades y generando categorías descalificadoras. Todo ello puede generar en las personas trastornos del estado del ánimo, principalmente de tipo afectivo y depresivo, así como, ansiedad generalizada,que se potencian a partir de un sistema que discrimina, victimiza y rechaza de pleno los cuerpos considerados gordos.
Así pues, reivindicamos que:
Las personas gordas no le debemos salud a nadie.
La obesidad no es una enfermedad, muy al contrario de lo que nos repiten día tras día por diferentes medios de comunicación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) no considera la obesidad una enfermedad, sino un posible factor de riesgo para algunas enfermedades.
Sabemos que todas las personas pueden mejorar su estado de salud sin necesidad de perder peso.
Perder peso no garantiza salud, en ocasiones es todo lo contrario; y hasta conlleva serios efectos secundarios.
Hay muchos factores que determinan la salud, la mayoría no dependen de nosotres, y estos no se pueden medir con parámetros simplistas, ni mucho menos una báscula. La salud no la define el tamaño o el peso de un cuerpo.
Hay personas gordas que gozan de salud y también pueden enfermar, como personas delgadas que gozan de salud y también pueden enfermar. La salud no es estática ni estética, aunque así lo diga el IMC.
La gordura es parte de la diversidad humana. No es un fallo moral, un problema de salud, ni una decisión personal.
La estética no implica que la salud sea estática.
Las personas gordas son merecedoras de recibir atención e intención de tratamiento médico, y son muchas personas gordas las que dejan de pedir ayuda porque no se creen merecedoras de recibirlas o porque ya han recibido bastantes mensajes de que su peso/cuerpo es la razón causante de todo malestar.
Y denunciamos que:
La obesidad (igual que el sobrepeso, el infrapeso o el peso “saludable” según su propia tabla) se diagnostica con el Índice de Masa Corporal (IMC).
La fórmula del cálculo del Índice de Masa Corporal (peso(kg)/talla(m)2) fue inventada por Adolphe Quetelet, quien vivió entre 1796 y 1874, que fue un matemático (y no un médico) que buscaba las medidas perfectas para el hombre cis blanco europeo adulto. A pesar de esto, se utiliza también en mujeres, personas no-binarias o sin género, personas de todas las razas, y también en menores. El IMC es un indicador con un bagaje clasista, racista, androcentrista, cis sexista y eugenésico.
La fórmula del cálculo y la interpretación de los resultados del IMC es de las pocas formas de diagnóstico médico que se mantienen casi inalterables a lo largo del tiempo, usando dos factores aleatorios de nuestros cuerpos: peso y altura. No se tienen en cuenta pues, otros factores como la densidad ósea, el porcentaje de grasa corporal o el porcentaje de masa muscular.
El resultado del cálculo del IMC se considera, hoy en día, una prueba médica fiable.
Los resultados del cálculo del IMC se usan en algunos países para que las compañías aseguradoras y otros agentes del sistema médico-estético puedan sacar mayor beneficio económico de las personas diagnosticadas (según el IMC) con sobrepeso u obesidad. Para poner un ejemplo, en el año 1998 el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos cambió los criterios que definían, en base al IMC, cuál era el "peso saludable" y en qué resultado empezaba el "sobrepeso". Este cambio en la línea de corte se usó exclusivamente para que las compañías aseguradoras pudiesen sacar mayor beneficio económico a las personas que, de un día para el otro, y sólo por el cambio de criterio, fueron diagnosticadas con sobrepeso: 29 millones de personasen EUA.
Rechazamos categóricamente la “profesionalización” y la normalización de disciplinas como la Psicología Bariátrica y la Bariatría, que valiéndose de ramas dela psicología como la Cognitivo Conductual, que pretenden re significar y “ayudar” al paciente a quitarse inseguridades a través de someterse a una cirugía bariátrica, asegurando es la cura no sólo para recobrar su salud física, sino también su salud mental, atribuyéndole los malestares y diagnósticos de depresión, ansiedad, trastorno por atracón y soledad a la forma de su cuerpo y prometiendo la liberación y la cura, semejante a una terapia de conversión (ahora ilegal en muchos países) encumbrada en una cirugia mayor, con riesgos de salud a corto y largo plazo.
“No existe una sola forma efectiva de perder peso a largo plazo (por más de cinco años), aún cuando la cultura popular se esmera por hacernos creer lo contrario, lo cual afecta la salud mental de las personas gordas que nunca alcanzan el “peso saludable”.* (Mann et al, 2017).
“El enfoque normativo al peso (que es el que se utiliza actualmente) no promueve conductas de salud y, en realidad, daña más a las personas que un enfoque inclusivo al peso”.** (Tylka et al, 2014).
Debido al estigma y la discriminación, existe poca investigación sobre cómo mejorar la calidad de vida de las personas gordas que vaya más allá de una recomendación de pérdida de peso.
El acoso escolar engloba, entre otras formas de discriminación, los ataques gordofóbicos contra las corporalidades gordas en las etapas de la infancia y adolescencia. Como consecuencia se puede producir un menor rendimiento escolar, baja autoestima, aislamiento, entre otros.
Con todo ello, podemos decir que: “obesidad” es la palabra que usa la medicina para patologizar nuestra existencia, cuando simplemente es una realidad corporal distinta.
Etiquetarnos como personas enfermas sesga la visión de la medicina y, en consecuencia,las personas gordas somos tratadas de manera diferenciada en consulta:
En una visita médica por cualquier motivo, saldremos antes con una dieta para adelgazar que con un diagnóstico de lo que nos pasa realmente o la receta que nos sea de menester, puesto que suelen atribuirse nuestros síntomas exclusivamente a nuestro peso.
Se nos recomienda hacer acciones que en las personas delgadas se asocia con un posible trastorno de la conducta alimentaria (TCA), como pesar los alimentos, contar las calorías, hacer ayunos, eliminar alimentos de nuestra dieta, mantener un control diario del peso, hacer ejercicio de forma compulsiva, etcétera.
Se nos propone la amputación de órganos vitales (a las que llaman “cirugías de reducción de estómago”).
Se nos propone consumir anfetaminas para ahuyentar el hambre.
Sabemos que es obligación del Estado (de todos los estados) velar por los derechos de la ciudadanía, pero se violentan más de 13 derechos humanos en nombre de la "salud", a causa de la discriminación y el bullying relacionado con el peso.
A partir de este 2022, todas las personas con sensibilidad en esta causa, consideramos el 4 de marzo el Día Contra La Gordofobia, una discriminación todavía no tipificada que solo puede recogerse bajo el paraguas de "discriminación por cuestión estética", y que se ceba con las personas gordas al considerarlas de menor categoría que las personas delgadas.
Documento firmado por 181 activistas y colectivos diversos, que luchan contra la Gordofobia los 365 días del año.